Trabajar en altura siempre implica un riesgo, pero cuando las condiciones meteorológicas son adversas, la exposición al peligro se multiplica. En España, La Ley de Prevención de riesgos laborales exige que las empresas evalúen y gestionen estas situaciones, estableciendo protocolos claros para detener o adaptar las tareas cuando el entorno lo requiere.
A continuación, repasamos los factores de riesgo más comunes (viento y lluvia) y cómo deben afrontarse según la legislación y las buenas prácticas del sector.
Límite de viento en trabajos en altura
El viento es un factor determinante en los trabajos en altura, especialmente cuando se utilizan equipos de acceso o de elevación.
- Plataformas elevadoras móviles de personal (PEMPs)
Según la UNE-EN 280:2014+A1:2015, no se deben utilizar plataformas elevadoras cuando la velocidad del viento supere los 12,5 m/s (aprox. 45 km/h), salvo que el fabricante o empresa de alquiler indique un límite inferior. - Andamios y estructuras provisionales
La UNE-EN 12811-1:2004 establece que los andamios deben calcularse considerando cargas de viento. En la práctica, si las rachas superan los 60 km/h, se recomienda suspender trabajos sobre andamios descubiertos. - Trabajos en cubiertas o estructuras metálicas
El viento incrementa el riesgo de desequilibrio y caída. En estos casos, el INSHT recomienda detener la actividad si el viento supera los 50km/h. También influye el trabajo que estemos realizando, llegando a ser peligroso incluso con velocidades de 30–35 km/h, especialmente si se manipulan paneles o materiales de gran superficie.

Peligros de la lluvia en trabajos en altura
La lluvia podría ser el fenómeno más común y, a menudo, más subestimado.
- Cubiertas inclinadas: el agua sumada a la inclinación de las cubiertas, generan superficies extremadamente resbaladizas. Aunque estemos correctamente asegurados a una línea de vida o protegidos por sistemas de seguridad colectiva, puede generar graves golpes o lesiones en caso de caída.
- Humedad y frio: la humedad también reduce la adherencia de las de botas, y sumada al frio puede generar escarcha, lo cual crea situaciones especialmente peligrosas en las primeras horas del día en los meses de frío. Además, no es una situación tan visible como la lluvia y puede afectar solo a ciertas partes no a toda la cubierta, lo que lo hace impredecible.
- Entornos eléctricos: trabajar cerca de instalaciones eléctricas bajo lluvia puede provocar descargas. El Real Decreto 614/2001 establece medidas para trabajos en proximidad de la electricidad, incluyendo suspender la actividad en caso de condiciones meteorológicas peligrosas. También hay que tener precaución con herramientas eléctricas y evitar que estas se mojen.
Medidas preventivas generales
Para minimizar los riesgos en condiciones adversas, es fundamental combinar la normativa con las buenas prácticas preventivas:
- Planificación previa: incluir en la evaluación de riesgos un apartado específico sobre meteorología.
- Monitoreo en tiempo real: utilizar aplicaciones o estaciones meteorológicas en obra para prever cambios bruscos.
- Equipos adecuados: EPIs con resistencia al agua, botas antideslizantes y sistemas anticaídas certificados conforme a UNE-EN 361 (arneses) y UNE-EN 363 (sistemas anticaídas) para asegurar su buen funcionamiento.
- Protocolos de suspensión: definir claramente a partir de qué condiciones se detienen los trabajos y quién tiene la autoridad para hacerlo.
- Revisión: antes de acceder al entrono de trabajo realizar una inspección visual para asegurarnos del estado de la superficie.

Conclusión
La seguridad en altura no depende únicamente de contar con un buen equipo de protección individual o colectivo. Factores ambientales como el viento, la lluvia, el calor o el frío extremo pueden convertir una tarea aparentemente rutinaria en una situación de alto riesgo.
En España y la Unión Europea, la normativa establece los límites y obligaciones, pero la responsabilidad última recae en la planificación y la prudencia de cada proyecto. Detener un trabajo a tiempo puede salvar vidas.