Cuando se trata de proteger a los trabajadores en tareas en altura, las barandillas de seguridad son una de las soluciones más efectivas y utilizadas. Entre los distintos tipos disponibles en el mercado, las barandillas contrapesadas, también conocidas como barandillas autoportantes, destacan por su practicidad y versatilidad, especialmente en cubiertas donde no es posible o no se desea perforar la superficie. Este tipo de barandilla no requiere anclaje mecánico ni químico al soporte estructural, ya que se mantiene estable mediante un sistema de contrapeso que compensa las fuerzas a las que podría verse sometida en caso de impacto o carga accidental.
¿En qué consiste una barandilla contrapesada y cómo funciona?
Una barandilla contrapesada está compuesta por postes y travesaños, generalmente de aluminio, unida a una base que incorpora pesos distribuidos estratégicamente para mantener el sistema en su sitio. Estos contrapesos, a menudo fabricados en hormigón cuentan con un peso igual o superior a los 12kg y de los cuales en función de la situación deberán instalarse 2 o más por poste. Estos contrapesos permiten distribuir las cargas para facilitar su montaje y proporcionan la estabilidad necesaria sin necesidad de fijaciones al suelo o a la cubierta.
El principio de funcionamiento se basa en el equilibrio entre el peso del sistema y las posibles cargas horizontales o verticales que puedan actuar sobre la barandilla, como el empuje de una persona en un momento de caída. Cuando se aplica una fuerza en la parte superior de la barandilla, el contrapeso impide que el sistema se vuelque o se desplace, manteniéndose estable incluso en condiciones adversas. Para lograr esto, el diseño debe tener en cuenta la distribución de masas, distribuyendo el peso en contra de la caída, por eso suelen ir instaladas debajo o sobre un poste de más de 1m al cual se anclan y este genera una palanca con las cargas establecidas por normativas como la EN 13374.

Barandillas contrapesadas según la EN 13374
Aunque las barandillas contrapesadas pueden parecer una solución simple, su diseño y correcta instalación requieren un enfoque técnico riguroso. Entre los aspectos fundamentales que influyen en su seguridad se encuentran los siguientes:
Cálculo de cargas:
Las barandillas deben soportar una carga horizontal mínima establecida por normativa (por ejemplo, 0,3 kN/m para barandillas clase A en EN 13374). Para cumplir con estos requisitos, el fabricante debe haber realizado ensayos estructurales que verifiquen la resistencia del sistema completo, incluyendo la base contrapesada.
Compatibilidad con la superficie de instalación:
La seguridad del sistema depende en gran parte de la fricción entre la base del contrapeso y la superficie sobre la que se instala. En superficies lisas, inclinadas o expuestas a humedad, es necesario verificar que el sistema no sufra deslizamientos. En general, este tipo de barandillas está recomendado para cubiertas planas con inclinación inferior a 10º, pero varía según el fabricante.
Distribución de pesos y distancias entre postes:
La eficacia de la barandilla también depende del diseño modular. Los contrapesos deben estar colocados de forma que mantengan la línea de protección continua y estable. Una separación excesiva entre postes o una distribución irregular de los pesos puede comprometer la integridad del sistema ante un impacto.
Condiciones ambientales:
Los materiales deben resistir la corrosión, la radiación UV y las variaciones térmicas. Si no se emplean materiales adecuados o si no se realiza el mantenimiento correspondiente, el sistema puede degradarse con el tiempo, perdiendo capacidad de protección.
Instalación y mantenimiento:
Aunque su instalación no requiere perforaciones, es fundamental seguir las instrucciones del fabricante al detalle. Además, como cualquier sistema de protección colectiva, requiere inspecciones periódicas para comprobar que no ha habido desplazamientos, deformaciones o deterioros en los componentes.

Conclusión: ¿Son seguras las barandillas contrapesadas?
Sí, las barandillas contrapesadas son seguras siempre que se diseñen, instalen y mantengan correctamente conforme a la normativa vigente y a las condiciones específicas del entorno en el que se utilizan. Su principal ventaja es que permiten proteger bordes sin dañar la impermeabilización de las cubiertas ni modificar la estructura del edificio, lo que las convierte en una solución ideal en muchas situaciones. No obstante, como cualquier sistema de protección colectiva, su eficacia depende del cumplimiento de una serie de requisitos técnicos que aseguren su estabilidad y resistencia ante las cargas previstas.
En resumen, una barandilla contrapesada bien diseñada es tan segura como una fijada mecánicamente, y en muchas ocasiones, más práctica y versátil.
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